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Vuelta al mundo en velero: Cabo Verde - Martinica

En Cabo Verde. Es Sábado 27 de Enero por la mañana, y nos encontramos recién fondeados en Mindelo, Cabo Verde, tras haber llegado el día de antes y haber dormido a pierna suelta, sin interrupciones y preocupaciones, desde hace una semana.


Por referencias de compañeros que han recalado en este lugar en anteriores veces, decidimos no dejar el barco sin que ninguno de nosotros esté a bordo en ningún momento, ya que dichos compañeros han sufrido la desagradable situación de volver a casa y encontrarse a los amigos de lo ajeno en plena faena. De todas formas que nadie se alarme… luego vimos que la posibilidad era bastante menor, pero siempre es bueno tomar precauciones.


El paisaje que se aprecia según vamos llegando y desde el barco, es un panorama casi lunar, desértico, ni un árbol o como diría Zapatero, sin “brotes verdes”. Mas bien lo de “Verde”, como lo de “Cabo”, será por otra cosa o por otra isla, porque por el paisaje de Mindelo no sería "Cabo Verde" sería mas bien “Cabo Marrón”. Solo se ven casas, agua de mar, barcos medio o totalmente hundidos y el resto montañas todas peladas. El agua de la bahía no está muy sucia, tampoco cristalina. El alisio no baja de 15-20 nudos, durante todo el día, sin embargo el fondeo es bueno, pues el barco esta clavado en el mismo. Realmente, sabiendo lo que hay fuera, este lugar es como un oasis, en medio del camino.


"J" se queda descansando en el barco mientras MA y Mónica bajan a tierra con el dinghy para conseguir lo antes posible la pieza de repuesto que necesitamos en el motor, ya que es sábado por la mañana y desconocemos los horarios de trabajo y apertura de las tiendas en la ciudad.


Lo primero que hace MA es ir a una “Nautica”, que hay en la misma marina, y lo de “náutica” es por denominarlo de alguna forma. Dentro estaba despachando una chica que como en cualquier otra parte del mundo, parecía más ocupada chateando con el ordenador que atendiendo al cliente. Cuando se percibe de la presencia de MA y logra obtener su venia, su discurso es un un “ I don’t have” continuo a todos los requerimientos, a pesar de que se le pregunta por cosas que cualquier náutica debería tener. No se le ve muy interesada en vender...


Saliendo por la marina y pisando suelo cabo-verdiano preguntamos por la oficina de aduana, pero nos comentan que es fin de semana y que hasta el lunes nada. Eso significa que nos vamos a ahorrar 30 euros por persona, aun a costa de ser un poco “ilegales durante unas 48 horas”.


Aprovechamos para hacer colada de ropa sucia, comprar de víveres para reponer comida, bebida y bombona de gas, la cual es fácilmente de encontrar para nuestra alegría (no estábamos seguros de poder conseguirla aquí) pues es la misma que encontramos en cualquier gasolinera de España pero mucho más barata: por solo 3€ con casco (en España son 19€) y 12€ sin casco!!!. Por otro lado, cuando llegamos a Martinica, alguien nos dijo que lo que las bombonas llevan dentro es una especie de “propanillo”. Según contaba esta persona, dejaba la leche a calentar y cuando volvía aun estaba tibia, es decir, que no contiene tantas calorías. Sin embargo, nosotros no notamos mucho la diferencia, así que aunque no caliente tanto, vemos que una bombona de Cabo Verde sigue saliendo mucho mas económica en proporción que una bombona comprada en España.


El trato con la gente que reside en la isla de Mindelo es de lo más amable y educado, tanto en el propio puerto y zonas turísticas como en los barrios más humildes que llegamos a visitar en nuestra búsqueda desesperada de la pieza para el motor. Además nos sorprende que las calles están bastante más limpias de lo que esperábamos y sin olores desgradables, aún teniendo en cuenta que el aspecto inicial fue chocante debido a los numerosos perros callejeros que deambulan por todas partes, y a que hay bastantes señales de que el país no es muy rico.


A pesar de ir vestidos con ropa discreta, y con un aspecto que en España rozaría la indecencia, no podemos ocultar que somos turistas, por lo que no paran de darse situaciones en las que se nos acercan los autóctonos del lugar como si fuéramos famosos, pues unos simplemente quieren saludarnos, a pesar de la barrera del idioma, y les hace ilusión cruzar unas palabras con nosotros, y otros, se acercan a pedirnos dinero. A estos últimos, se les ve venir a la legua por sus “formas y maneras”, que inmediatamente te ven, no disimulan, y se te ponen al lado a decir que tienen hambre y que les des algo. En la mayoría de los casos son gente joven, sin ningún tipo de enfermedad aparentemente... Muchas veces lo hacen hasta tres personas a la vez, cosa que al principio abruma bastante, pero al final uno se acostumbra y ves que es un acto sin ninguna maldad y que no va mas allá, por lo que la impresión que nos llevamos de este lugar era la de que en un principio no es una ciudad peligrosa. Además los marineros del puerto así nos lo aseguraron, y que simplemente debíamos de tener un poco de cuidado con no exhibir sin necesidad alguna. Tal es el hecho que, en contra de lo pensado en un principio, al día siguiente Mónica se animó a irse sola a correr por la costa durante una hora y no fue más que una grata experiencia.


Los taxis en Mindelo tampoco son caros. Eso si, como es más que sabido por aquellos que hayan viajado a países similares, has de saber negociar o lo que es lo mismo, saber “el precio”. MA y Mónica consiguen que los traigan y los lleven por el cambio de 3 euros, unos 300 y pico escudos caboverdianos, y aun así seguramente han cobrado el doble. Los taxistas llevan reliquias de coches que ya nunca jamás se ven en España, ni siquiera en un desguace, como el mítico Peugeot 505, pues aquí la obsolescencia programada no está de moda, y todo se arregla y vuelta a arreglar hasta la desintegración total.


MA y Mónica cogieron un taxi al que le preguntaron si sabía que era la pieza del motor que le mostraban. Cuando acertó en la respuesta, pidieron que les llevaran a algún sitio donde pudieran fabricarlo.

También es práctico coger autobuses que son todavía más baratos. Son una especie de furgo-autobus, al estilo “guele-guele” africano. Puedes preguntar al conductor a donde va directamente, no te mandará a paseo. La gente se le ve comprensiva y amable... aquí aun no ha llegado la peste : el stress. Prueba de ello es que durante uno de nuestros trayectos en el bus, topamos con un entierro: Los asistentes al sepelio, acompañan andando detrás de la comitiva fúnebre, por en medio de una avenida de la ciudad, en el último viaje que el difunto hará en la tierra. Vamos como lo hacían en los pueblos hace años. Nadie pita o se molesta, no hay policías regulando, no hace falta. La gente sabe lo que tiene que hacer. El conductor del autobús, algo murmura, pero simplemente busca un camino alternativo para sortear la contingencia.


En su búsqueda por encontrar su santo grial, llegan entonces a “ZAFRINO’s”, una ferretería que al parecer es muy conocida en la isla, pero como era la hora de comer ya estaba cerrado, con la suerte de que abren por la tarde. Así que buscan un sitio decente donde poder comer sin coger una gastroenteritis o algo similar. Con suerte cerca encuentran un "restaurante" en el que finalmente sirven genial y cobran aún mejor: el equivalente a menos de 8 euros los 2. El lugar no se parece si quiera al típico bar de barrio que uno encuentra fácilmente en España. Les atiende el dueño, el cual lleva unas lentes que podrían aguantar 10 atmosferas de presión, y a pesar de ello aprecian que el pobre no ve tres en un burro, ya que apenas es capaz de ver ni siquiera los dedos de la mano al hacerle gestos. El caso es que comieron genial: buenísimo pescado y pollo con arroz, verdura.


Al llegar a la tienda, a pesar de que según el cartel debería está abierto, continua cerrado. Se ve que es costumbre aquí dejar el negocio temporalmente desatendido, con un cartel de “vuelvo en 5 minutos” o a veces ni eso. Viendo el desfile del personal que llega a la puerta del establecimiento y se va, ya se mosquean y deciden pasar a la acción. Aparece otra persona en coche, que mira el cartel y hace ademán de quedarse o seguir. Directamente le pregunta. Se llama Neil, y habla perfecto español. Neil también tiene una empresa de reparación de barcos. Si alguien recala por Cabo Verde, al menos en el trato, se lo recomendamos, aunque seguro que también es buen profesional.


Entonces MA le pregunta a Neil por la pieza que busca, y al fijarse que en la camiseta que lleva puesta tiene algo dibujado como una especie de engranaje, cree que le entenderá y se apiadará de él. Le muestra la pieza y le dice que monte q le lleva a un mecánico.


Cuando Neil les deja en el taller, le presenta a su propietario. Éste se distingue claramente de los trabajadores, por su gran reloj y exagerada cadena al cuello, ambos de "oro", y por que además él va vestido de punta en blanco a pesar de estar en uno de los talleres más sucios que hayan visto jamás. Les dice que le acompañe a un anexo que tienen. Es un almacén de chatarra donde tiene todo tipo de cosas que otros llamarían desperdicios y que MA denomina "el que guarda, encuentra", como buen discípulo de Diógenes. En concreto buscan las bombas de inyección y…. lo que necesitamos es un latiguillo de gasoil de la bomba al inyector. Elijen el afortunado que va a volver a la vida activa. Le quiere cobrar el equivalente a 1,5 euros…. Le dan 4 euros y MA y Mónica salen más contentos que unas castañuelas. Misión cumplida!!!


Durante todo el Domingo 28 de Enero, MA se queda en el barco trabajando, y "J" y Mónica aprovechan el día para volver a la lavandería, comer en tierra, hacer un poco de turismo y aprovisionarse de mas víveres. Ésta vez hicieron acopio de un número sin fin de plátanos verdes, los cuales esperaban que fueran madurando rápidamente durante el viaje y, ante nuestro desconcierto pasaban los días y se mantenían como el primer día: como una roca de duros y verde que te quiero verde, sin manchas, ni amarillear por asomo. Llegamos a pensar que los habíamos confundido con el típico plátano macho que se usa para cocinar frito, así que poco a poco los fuimos consumiendo de ese modo. Hasta que después de 10 días, los probamos, y aunque ni amarillos ni dálmatas, si, empezaron a madurar para nuestra alegría!!!

Al final del día el motor se encuentra a punto, por lo que una vez comprobada que la meteorología es óptima para los próximos días, decidimos que al día siguiente pondremos rumbo al Caribe, y aunque en un principio el plan era ir a Barbados, el retraso en la fecha de nuestro viaje, hace que "J" tenga que llegar lo antes posible para coger su vuelo de vuelta a casa desde Martinica. Así que allá vamos!


El Lunes 29 de Enero se levanta soleado y ventoso: perfecto para iniciar nuestra singladura de cruce del Atlántico!!!




Poco a poco vamos poniendo el barco a son de mar, y finalmente vamos al muelle a repostar agua y un poco de gasoil, antes de zarpar. El chico de la gasolinera se sorprende de que nuestro gasoil sea verde, y nos pregunta que de donde es???. Los tres nos sorprendimos de que el suyo fuera negro, como el café.

Un detalle muy simpático que hasta ahora no habíamos comentado, es que es muy típico encontrase en los siguientes puertos con otros barcos que siguen más o menos la misma ruta y con los que ya has coincidido en las anteriores recaladas. Estos sitios pueden ser el pantalán, las oficinas de la marina, cruzándote con el dinghy o el lugar mas frecuente con diferencia: el tipico garito-bar de trasmundistas. En estos encuentros, comienza entonces a desarrollarse una especie de sesión psiconáutica: un feedback incesante con relatos repletos de averías y aventuras descritas por el patrón de cada barco; de repente los ponentes se sienten aliviados y esperan que, de algún modo, alguno de los oyentes le sugiera alguna idea para solucionar el problema aún no resuelto con alguna solución que al propio patrón no se le ha ocurrido...


Entonces justo antes de zarpar Mónica coincide allí con Cuco, patrón del catamarán ITSARA, (un Alibí 54, casi nada...) también con intención de cruzar el Atlántico (... y de dar la vuelta al mundo), y al cual conocimos durante la estancia en el varadero de Tenerife. El ITSARA, www.itsara.ch es un catamarán precioso, totalmente nuevo, con su palo de carbono y todos eso detalles que hacen que no pase desapercibido en tu camino. También coincidimos con ellos anteriormente en Lanzarote, pero no llegamos a establecer contacto, y fue entonces en Tenerife cuando se acercó y pregunto: "¿Quién os ha hecho la pala del timón?, es toda una obra de arte!, nosotros venimos desde Lanzarote con las dos palas desenfibrándose, entre otras averías, y necesitamos que alguien nos haga un buen trabajo como este."


Como decíamos, coincidimos con Cuco en Mindelo, el cual se acerca con cara de alegría y diciendo: "Deja que te cuente todas las aventuras y averías que traigo, esta vez os supero seguro... vaya alegría encontraros de nuevo!!!". La lista de grandes éxitos la encabezaba con el number one , el archiconocido piloto automático, siguiéndole el aerogenerador, rotura completa de vela génova código 0, potabilizadora, y la más importante: el cuadrante de los timones. Entonces le consolamos contándole nuestras pericias navegando hasta Cabo Verde (reparadas sobre la marcha), y aunque mal de muchos consuelo de tontos, le comentamos que nadie sabe porque, pero que es común que los barcos se vayan desintegrando según van bajando desde la península hasta aquí, y que una vez se zarpa rumbo al oeste, luego todo va sobre la marcha y sin mayores incidencias. A día de hoy, sabemos que, a 500 NM de Cabo verde, al ITSAURA se le estropeó uno de los dos timones y las cajas nuevas de los timones también se rompieron... el caso es que llegaron a Martinica 15 días después, haciendo "una espectacular y movida entrada nocturna en la bahía de Le Marín" (según relató de Cuco) y sin más incidentes.



DE CABO VERDE A MARTINICA


Después de todas las aventuras vividas en nuestras anteriores travesías, mientras que hemos bajado el barco desde Valencia hasta Cabo Verde, ya os adelantamos que en cambio la travesía del cruce del Atlántico fue de manual: todo fue rutina y sin sobresaltos, aunque no por ello fue menos divertido, pues hemos vivido cada minuto al máximo y con momentos que siempre recordaremos.


Una vez despedidos del ITSAURA, y con una felicidad y emoción inmensa que ninguno de los tres podemos ocultar, nos disponemos a efectuar las tareas de desamarre!!!: Zarpamos el Lunes 29 de Febrero a las 14:30h desde Mindelo, Cabo Verde, con rumbo a Martinica, en el Caribe... por fin y después de tanto tiempo deseando hacerlo!!!


En el reparto de tareas durante el viaje se determina en que Mónica cocinará y que MA y "J" fregarán en días alternos. Las guardias a su vez serán por turnos de 4 horas durante la noche y parte del día (desde las 20h hasta las 12h), y en las cuales se acuerda que inexcusablemente la equipación durante las mismas será la de ir con los arneses enganchados a las líneas de vida, llevar el teléfono satelital, la radio portátil, linterna, frontal, silbato y navaja... nuestra seguridad es lo primero!. En las guardias nocturnas, algunos aprovechan para hacer "sesión de cine Atlántico" para ver una peli, mientras viajamos a toda velocidad. Es algo increíble y maravilloso, tener una casa que se mueve y viaja contigo, de forma independiente y automáticamente, mientras tu te puedes dedicar a otras cosas: Duermes, comes, haces tareas de la casa o lo que quieras y estas viajando a la vez... Aprovechas el tiempo el doble!!

Durante los primeros días del cruce del Atlántico, pudimos percibir que los Alisios rolaban unos grados con frecuencia, entre E y NE, y que nos son tan constantes como esperábamos encontrar, quizás sea debido a que estamos cruzando en una fecha más tardía de lo normal. Esta circunstancias hará que constantemente tengamos que ir variando nuestro rumbo y trimando las velas, por lo que no siempre conseguimos navegar a "orejas de burro" que es lo normal en esta travesía, y en ocasiones navegamos "a un largo" e incluso solo con la mayor al 70%. Nuestro rumbo de aguja durante los próximos días será 240º-270º-300º, haciendo algunos ligeros “bordos”, e iremos haciendo una media de 140 NM/día.

Las condiciones meteorológicas también fueron ligeramente distintas a lo esperado... dónde esta el sol????, ya que si bien contábamos con vientos de 15-30 nudos del N/NE, y olas de gran fletch en algunas ocasiones de más de 6 metros , el sol no se deja ver tanto... a lo largo de las 24 horas de cada día, podíamos experimentar casi las cuatro estaciones del año!!!, pues tan pronto estábamos disfrutando en manga corta como que nos enfundábamos en nuestros trajes de agua para protegernos de chubascos que no duraban mas de 20 minutos. Eso sí, cuando faltaban apenas 4 días para nuestra llegada a Martinica, el calor empezó a ser exagerado!!!

La tónica general durante las guardias nocturnas fue la de ¿hay alguien ahí???: sin apenas tráfico en nuestra derrota también durante el día, solo visualizamos un par de cargueros la primera noche, a unas 5 millas de nuestra proa y que iban con rumbo norte.


En otra ocasión, en la guardia de MA, éste detectó con el AIS que un remolcador venía directamente hacia nosotros sin muestra alguna de modificar rumbo, por lo que cuando estaba a tan solo 2 millas, MA contactó con el buque vía radio para confirmar

que nos habían visto y que nos iban a pasar por la popa... Es posible que la pregunta, sobre todo lo de pasar por la popa, fuera algo ofensiva, pero el tipo respondió afirmativamente y muy amablemente. Pero en esa situacion te preguntas "Y si el personal que estaba de guardia en el buque estaba dormido?"… estamos casi seguros de que si nos golpea no parará para hacer el parte amistoso. También queríamos confirmar que no eran unos piratas, que aunque, en esta zona no los hay y los piratas no llevan AIS ni contestan por radio tan cordiales, nunca está demás verificarlo por si las moscas.


Por la noche, (siendo habitual que subiera el viento y la ola) no era de extrañar que a veces saltase la alarma del piloto automático. Decir que este es un instrumento que trabaja constantemente, y que hemos visto como ha sufrido muchísimo para mantener el rumbo a pesar de las fuertes olas cruzadas que topaban con el barco, por lo que estamos alucinados del aguante que ha tenido el mismo durante toda la travesía a pesar e incluso de la cantidad de olas rompientes que han caído sobre él. De hecho, el pobre ha sido destripado una y otra vez, y operado, a corazón abierto, o “circuito al aire”, durante unas cuantas veces a lo largo de la travesía, pero al final, tras cada operación, volvía a seguir trabajando sin rechistar, sin ningún periodo de convalecencia.

En una de esas olas rompientes, a Mónica la pillo sola de guardia, y fue tan enorme que el agua en la bañera llegó hasta la altura de las rodillas, haciendo honor al nombre del lugar, e incluso llegando a dispararse el hinchador automático del arnés que llevaba puesto... toda una fiesta para ella sola!!!; por suerte teníamos todas las escotillas cerradas, enseguida se vació la bañera de agua, y en segundos fue como si no hubiera pasado nada, pero a los pocos minutos vuelve a romper una segunda ola, por lo que finalmente sacamos mas vela para ir más deprisa y que las olas no nos alcancen de nuevo.


Regalos de la naturaleza teníamos a diario y en cada momento, no solo por las noches estrelladas, los amaneceres y puestas de sol inolvidables con unas olas inmensas y constantes, sino también porque no nos faltaron los típicos avistamientos de delfines (es increíble verlos como surfeaban por dentro las olas de 5 metros!!!) y de algún que otro animal marino, el cual nos acompañó nadando durante toda una mañana, merodeando por nuestros alrededores y del que no pudimos ver mas que: medía unos 10 metros de longitud, y tenia una gran aleta y su parte baja de color blanca... entonces empezaron a circular a bordo todo tipo de hipótesis como que si era un gran delfín, una orca, luego pasamos a definirlo como un tiburón blanco y finalmente le llegamos a bautizarlo como un cachalote... vamos, que no teníamos ni idea de que podía ser.


Las olas, las cuales son únicas e irrepetibles, avanzan maravillosas como montañas de agua. A pesar de ver aparentemente el mismo paisaje todos los días, ninguno de los tres deja de maravillarse con la belleza del mar. Cada ola, monstruo de agua que se acerca y se aleja, es distinta, bella y nueva. Será que nos sentimos muy bien, pensando que estamos haciendo lo que queríamos y somos felices... con despreocupación e independencia de como vendrán dadas mas adelante. Nuestro pensamiento esta limpio y renovado. Y esa sensación no sabemos si será "la magia del océano" o que aquí no hay contaminación de ningún tipo, haciéndose notar en la forma en la que trabaja nuestra mente: Nos encanta vivir y viajar en un barco.


Otro regalo de la madre naturaleza pero no tan agradable, era que nos encontrábamos flotando una cantidad exagerada de sargazos. Los sargazos son unas algas que viven flotando en el mar, sin necesidad aparente de agua dulce o tierra alguna. Hay tal cantidad , que se nos iban quedando enganchados en la hélice, y aunque no usábamos el motor e íbamos a vela, este detalle producía unos ruidos y vibraciones en el barco, ya que el eje no para de girar impulsado a cada ola que viene de popa.


La oferta diaria que se nos ofrecía en el "supermercado del Atlántico" era la de ricos peces voladores, pues era fácil encontrarte por la cubierta del barco unos cuantos de ellos, que hicieron del menú del día un ingrediente de lo mas fresco que amenizó muchos de nuestros platos. Hecho que además compensaba notablemente nuestra frustrante actividad de pesca al curri!!!

Los tres a bordo somos amantes de la fruta, la verdura, y productos frescos sin elaborar, por lo que nos propusimos como reto, dentro del cruce del Atlántico, intentar alimentarnos durante todo el viaje de ese modo, y solo llevar las temidas latas y conservas destinadas a "no hay otra cosa que comer", lo cual no fue fácil pero tampoco imposible!!!. Entonces seguimos los consejos náuticos de Miriam y David del ILUSIÓN, una pareja que ya ha dado la vuelta al mundo con un barco igual que el que llevamos. Los mismos nos indicaron que metiéramos toda la verdura en bolsas de plástico con cierre hermético y con hojas de periódico en su interior, y al ser posible en la nevera. Esto unido a que compramos cantidades industriales de frutas y verduras sin madurar, así como toda la carne envasada al vacío, hizo posible que durante todos los días a bordo degustáramos rica, sana y sabrosa comida cocinada como en casa... todo un lujo y reto conseguido.


Diariamente MA se iba hasta la proa y checkeaba que todo por aquella zona (que no transitábamos durante la travesía) estuviera bien. Apenas 36 horas antes de nuestra llegada al Caribe, fue cuando vio la única avería de última hora importante que tuvimos navegando durante el cruce del Atlántico: y es que varias hebras del obenquillo de estribor, estaban cortados a la altura de los terminales prensados en su parte mas alta, hecho que no fué a más durante lo que nos quedaba de viaje.

Es Lunes 12 de Febrero del 2018, y amanece en El Barco Inglés... poco a poco llega entonces el momento esperado. El mar es mas bonito que nunca jamás, y un ojo de llave, el sol, nos ilumina como lo hace un foco a los protagonistas de en una obra de teatro. Entonces MA divisa a lo lejos tierra y la emoción de los tres a bordo es "orgásmica". Aunque se sepa por los instrumentos electrónicos que está ahí, hasta que uno no lo ve con sus propios ojos, no respira aliviado. Nos acercamos muy rápido a la isla de Martinica, pues a pesar de que vamos con poca vela, hay mas de 35 nudos.





Momentos antes de entrar en la bahía y arrancar el motor y recoger vela, ponemos el barco cruzado a la mar, al pairo, pues MA se quiere tirar al agua para verificar que en la hélice no llevamos otra cosa mas que sargazos y no un cabo como en nuestra anterior travesía, cosa que al arrancar el motor y darle marcha provocaría un serio problema. Recordar el "briconsejo".


Al iniciar nuestra estudiada entrada por el canal en la bahía de Le Marin (Martinica), y con mas de 40 nudos, empezamos a esquivar los numerosos bajos, y los cientos de barcos fondeados: es una de las entradas mas complejas que hemos realizado, pues hueco que hay sin barco es señal de que hay algún bajo... es como un laberinto!!, pero conseguimos finalmente cruzarlo y llegar a la Marina du Marin.


Llegamos entonces a Martinica un maravilloso Lunes 12 de las 14:46 UTC (10:46hl), después de haber navegado 2.060NM durante 14 días y 15 minutos exactos.

Y ahora toca Caribearrr!!! No dejéis de seguir nuestras rutas para navegar por el Caribe en velero, las cuales podéis venir a disfrutar en cualquier época del año... podéis solicitar mas información de nuestras travesías por el paraíso sin compromiso en info@elbarcoingles.es... os esperamos!!!

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